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jueves, 23 de febrero de 2012

Si un tiempo fuertes, ya desmoronados

Paseo por los restos de un pasado glorioso: conventos, iglesias y casonas nobles que aún guardan, orgullosos, muestras de esplendores hoy ya lejanos.

El Viajero llega a Huete casi por casualidad. Ha oído hablar de esta pequeña población de apenas dos mil habitantes, emplazada en la Alcarria de Cuenca, y este soleado domingo de finales de octubre, aún desviándose bastante de su ruta, decide visitarla. El entramado de nuevas autovías nacionales y autonómicas facilita su llegada. "A este paso, no van a dejar un palmo de campo", piensa mientras se alegra de circular ya por carreteras secundarias bordeadas de campos de girasoles que, tristes y ajados, se preparan a recibir el invierno, después de haber sido despreciados por sus sembradores. Aquí y allá salpican el paisaje unos pocos chopos que anuncian la presencia de un riachuelo cercano. Tras un pronunciado cambio de rasante comienzan a verse las primeras casas.

Aparca el coche a la entrada del pueblo. No gusta el Viajero de entrar en los lugares que visita hasta el mismo centro con su vehículo. Prefiere el placer de recibir la primera impresión a pie. Y en esta ocasión, la primera mirada al lugar que está ansioso por descubrir, le ha defraudado. Unas calles con naves construidas para guardar aperos de labranza o materiales de construcción, casas con fachadas decoradas de la manera más variopinta, mezclando materiales tan diversos como el cemento, los azulejos o las plaquetas de terrazo, algunas a medio derruir, solares en los que se hacinan los escombros lo reciben. ¿Había sido buena idea desviarse hasta allí? Pero como no es persona que se conforme con impresiones primerizas, continúa su caminar.

Una pequeña plaza en la que se alinean unos cuantos cipreses, sirve al caminante para reconciliarse con su destino. Se ha topado con la iglesia de Santo Domingo, lo que queda de un convento desamortizado por Mendizábal. El ministro de la regente María Cristina hizo mucho daño en esta localidad. Se aproxima hasta su portada renacentista e intenta abrirla para acceder a su interior. Está cerrada. Después se entera de que la iglesia está en venta. Fue adquirida hace unos años por un vecino que pensaba convertirla en una sala de fiestas a una familia de Huete que la había ido heredando de generación en generación después de la desamortización. La iglesia, que hoy se utiliza por algunos vecinos como garaje de maquinaria agrícola, pide a gritos una restauración. Desde esta plaza se divisa lo que queda de un castillo que vigila desde un cerro cercano la vida cotidiana de los optenses.

Sigue su deambular y se topa el viajero con otro convento: el de los Mercedarios. Este ha tenido más suerte que su vecino de Santo Domingo. Se conserva su iglesia que, milagrosamente, sobrevivió a desamortizaciones y guerras -la civil hizo mucho daño aquí- y hoy todavía conserva el culto. Allí tienen su sede los "juanistas". Y es que debe saber el lector que en Huete hay dos bandos que dividen al pueblo: los "juanistas", habitantes del barrio de San Juan, y los "quiterios", del distrito de santa Quiteria. Celebran sus fiestas por separado, y llega a tanto la rivalidad que, incluso, no son bien vistos los matrimonios mixtos entre los pertenecientes a diferentes facciones. La sencilla portada principal de la iglesia se enmarca en la fachada del edificio que sobrecoge por sus más de cien ventanas, todas ellas con sus correspondientes rejas, forjadas a mano en yunques de artesanos de antaño; tarea hoy imposible de repetir. Orgulloso, el funcionario que guarda la puerta de acceso recuerda que en ese convento, en sus mejores días, hubo más de trescientos frailes. No deja nuestro paseante de deambular por las salas que aún quedan en pie del edificio, muy restauradas, eso sí. Hoy en día albergan un salón de actos, situado en el antiguo refectorio, salas de exposiciones y dos museos: el de Arte Contemporáneo y el de Etnografía, que no son nada despreciables, y de los que está orgullosa la pequeña localidad. La escalera barroca, transformada en el XVIII, de acceso a la planta principal, ha sido perfectamente restaurada y, gracias a ella, puede el visitante hacerse una idea de la riqueza de este lugar en sus tiempos dorados.

Las casas solariegas, que aún conservan sus escudos heráldicos, se suceden mezcladas con las construcciones modernas de evidente peor gusto. No puede imaginarse el que lea estas palabras que Huete es un pueblo como Santillana del Mar o Almagro, donde no hay un edificio que desentone del conjunto general. Huete es una villa que ha sufrido una terrible decadencia en los siglos XIX y XX, y en la que se ha cebado la emigración de los cincuenta, sesenta y setenta. Ha sido en los últimos años cuando los optenses han visto restaurar y conservar su patrimonio, pero aún queda mucho por hacer. Con estas reflexiones, el Viajero pasa delante de las casas de los Amoraga, los Salcedo, los Montalbo, los condes de Garcinarro... y otros apellidos ilustres que dieron brillo a este pueblo de la Alcarria en otros siglos, y llega a la torre del Reloj, anexa a una de los pocas puertas que quedan de la muralla. Allí un anciano, uno de estos ancianos que dormitan al sol en los bancos de tantas plazas de tantos pueblos castellanos, entabla conversación con él, y le cuenta la historia de la vecina del pueblo que ascendía a diario durante más de cincuenta años hasta la maquinaria del reloj para darle cuerda manualmente. No lo hacía de forma altruísta: le pagaban una peseta por subida. Agradecido, abandona el Viajero a su amable anfitrión y decide tomar una empinada calle para llegar a una ruinas góticas: el ábside de la desaparecida iglesia de Santa María de Atienza, una de las diez parroquias con las que Huete contó en tiempos gloriosos. Tiene algo de romántico, y
se deleita con la contemplación de estas piedras, dignas de ambientar alguna escena de El trovador o Lucía de Lammermoor o de inspirar alguna leyenda del sevillano Bécquer. Vuelve súbitamente a su siglo XXI, siglo de prisas y de estrés y, cuando mira el reloj, se da cuenta de que ha de correr si no quiere encontrar cerrado el último y más importante monumento de ese rincón conquense: el convento -¡otro!- de Justinianas de Jesús y María.

El Cristo, como llaman los optenses a su convento más querido, es un edificio que hoy está en proceso de restauración y que tiene dos portadas: una gótica, y otra más nueva del siglo XVI en la que, entre varias virtudes teologales, puede contemplarse la Adoración de los Magos. Fue un convento fundado por don Marcos de Parada, canónigo de la catedral de Cuenca, que tenían por aquellos años muchos poderes tales canónigos, y tampoco se escapó de la desamortización de nuestro amigo Mendizábal. Su estado ha sido ruinoso hasta hace muy poco. La portada que alberga el altorrelieve de la Adoración se atribuye nada menos que a Andrés de Vandelvira. No puede evitar trasladarse con la imaginación el Viajero a las lejanas tierras de Úbeda, donde este arquitecto-escultor dejó su impronta en la impresionante iglesia del Salvador, amén de su colaboración en la catedral jienense. La iglesia no puede visitarla, pero sí pasea bajo las arcadas de medio punto de su espectacular claustro cuadrado, con su fuentecilla y su pozo, y admira su inusual y curiosa torre campanario triangular.

El sol ya está muy alto. El caminante dirige sus pasos, ya cansados, hacia su vehículo. Ha añadido a su agenda de lugares entrañables ese modesto pueblecito de la Alcarria de Cuenca. Ahora, mientras se abrocha el cinturón de seguridad, le viene a la mente el célébre soneto de Quevedo y desea fervientemente que los muros de Huete, "si un tiempo fuertes, ya desmoronados", recobren sus esplendores pasados.

Fotos del autor

4 comentarios:

  1. Precioso relato, viajero. Hacía tiempo que no te leía y es un placer hacerlo. Saludos cariñosos.

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  2. Mil gracias por tu lectura, amiga Elvireta. Un beso y un abrazo fuerte para Joseph.

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  3. Un gran relato, como todos los que haces, poco puedo decir aparte de agradecerte que nos deleites con tu enriquecida y amena prosa. No conozco Huete, bueno ahora un poco. Un saludo de Faustino:
    http://puertoviajaciones.blogspot.com.es/

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  4. Un gran relato, como todos los que haces, poco puedo decir aparte de agradecerte que nos deleites con tu enriquecida y amena prosa. No conozco Huete, bueno ahora un poco. Un saludo de Faustino:
    http://puertoviajaciones.blogspot.com.es/

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