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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Una noche clásica en Mérida


Asistencia a una representación de teatro del Festival de Mérida, con noche en el parador incluida.

Suelo visitar todos los años, durante el tórrido estío, la antigua Emérita Augusta. El motivo no es otro que asistir a alguna representación de su famoso y reconocido Festival de Teatro Clásico que, con alguna interrupción, se celebra desde la época de la República en dicha localidad. Los calurosos días en los que la goma de la zapatilla se derrite y se pega en el asfalto, se convierten en impagables noches algo más frescas -no todas, tampoco vamos a engañara a nadie- en las que el aire del recinto del mejor teatro romano conservado en nuestro país, se llena de las voces de los autores que crearon nuestra cultura y civilización, y que han influenciado en el modo de pensar de generaciones pasadas, e influirán en las venideras.

A veces, la representación decepciona: una puesta en escena demasiado moderna, un texto adulterado o mutilado sin mucho acierto por parte de un autor que ha versionado la obra en cuestión a su antojo y sin pensar en el respeto debido al original, unos actores sobreactuados... Pero hay ocasiones en que las musas se ponen de acuerdo, se instalan en el escenario y la orquestra del Teatro, y los espectadores ascienden al Olimpo casi sin percibirlo.

Este pasado mes de Agosto ha sido una de las ocasiones en que la obra que he visto no me ha emocionado particularmente. Se trataba de una versión de Francisco Nieva de la Electra de nuestro genio Galdós. Los actores, muy correctos -gran elenco, por cierto- la escenografía muy respetuosa con el marco del Teatro -cosa que no siempre sucede-, pero a mí la representación me dejó frío. Bueno, una noche de verano y teatro más en Mérida. Por cierto, con mucho calor. ¡Qué bien sienta la copa que se toma tras la obra en los jardines del recinto arqueológico!

Pero algo que nunca olvidaré de mi última noche en Mérida serán las horas previas y posteriores a la representación que viví en el parador de esta ciudad. Situado en pleno centro de Mérida -cuesta encontrar la entrada a su aparcamiento-, pasa casi desapercibida en medio del tumulto callejero. Sin embargo, una vez dentro del recinto religioso que fue en tiempos, la calma es la nota predominante. Los momentos refrescantes en su piscina, situada en su famoso "Jardín de antigüedades", el refresco en su -valga la redundancia- refrescante claustro, la cuidada atención y, sobre todo, la magnífica comida en su restaurante, hicieron de esta excursión veraniega habitual algo diferente y especial.

Ya tengo muy claro lo que haré en mi próxima visita a Mérida en lo que al alojamiento se refiere. Con la obra que elijas puedes o no acertar, pero con respecto al sitio donde pasar las horas previas y posteriores al evento, fallar en la elección es imposible.

1 comentario:

  1. Bueno yo he visitado Mérida en varias ocasiones y he asistido por lo menos a tres obras de teatro, pero como tu dices, y dices bien, casi siempre adulteradas, a pesar de ello me gustaron bastante, eso si el calor en la cavea es insoportable. El Parador no lo conozco de hecho pensé que Mérida no tenía Parador y mira que he dado vueltas por esta ciudad, no es que fuera a alojarme en el, pero como casi todos los paradores tienen algún tipo de encanto particular me gusta visitarlos, lo haré la próxima vez. Saludos Faustino: http://puertoviajaciones.blogspot.com.es/

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